Poner límites (más asertividad)

La mayor parte de mis pacientes me dice que no sabe poner límites, que se sienten mal. Y esto es lo que vamos a aprender de la asertividad, es un estilo de comunicación que no es ni agresivo ni pasivo, es ese punto en el que nos atrevemos a decir lo que queremos pero con respeto.

El primer paso consiste en permitirnos tener necesidades y deseos y entender que son importantes, tan importantes como los de los demás. El segundo paso es practicar comunicarlos, a pesar del miedo al rechazo o al abandono, darnos cuenta de que si las personas que están a nuestro lado nos valoran van a respetar nuestros límites. Y si no lo hacen también podemos pensar si esa relación nos conviene o necesitamos poner distancia.

¿Entonces cómo podemos ser más asertivos?

  • Date permiso para decir que no. No digas siempre que sí para empezar, di algo del estilo “me lo voy a pensar “, “lo siento, hoy no pero tal vez a la próxima”.
  • Sé claro y firme, no hace falta entrar en explicaciones largas. Puedes empezar validando que entiendes que al otro le sepa mal tu decisión.
  • Ponte en contacto con tus emociones. Cuanto más te escuches más fácil será decidir lo que quieres o no. Y eso aumentará tu autoestima.
  • No esperes que el otro sepa lo que quieres si no lo dices. Normalmente no sabemos leer mentes.
  • Sé flexible contigo mismo. Puedes cambiar de opinión, piensa en tus valores pero también en la situación específica.
  • Ser asertivo no es ser egoísta. Es ser consciente en cómo das tu tiempo y energía a otros y encontrar un balance en el que te encuentres bien.
  • Los demás pueden no respetar tus límites, tú tienes que pensar en qué vas a hacer tú en ese caso (por ejemplo irte).

Parar los pensamientos rumiantes

Muchas veces se acude a un psicólogo por esta razón, “no puedo dejar de pensar “ y “entro en bucles de pensamientos negativos”. Y es un primer paso, reconocerlo, y un segundo paso es pedir ayuda y entender que se puede pensar de otra manera. ¿Pero cómo si yo siempre he sido así? Hay distintas estrategias, os cuento algunas y probad a ver cuál os funciona.

Es importante reconocer qué estás rumiando, ¿estoy rumiando el mismo problema o son temas distintos? ¿hay acaso un sentimiento de fondo? ¿Es el pasado o es el futuro? Podemos escribirlo para ver si podemos responder a estas preguntas.

Luego es importante hacer el ejercicio de preguntarse si está dentro de nuestro control, muchas veces nos quedamos dando vueltas a algo que está fuera de nuestro control y eso solo genera ansiedad, es mejor intentar aceptar el sentimiento y permitirnos sentir lo que sea que nos provoca.

Escribirlo nos puede ayudar a ponerlo negro sobre blanco, reconocer que es un pensamiento y no la realidad necesariamente. Y también podemos cuestionarlo, como lo haría un amig@.

Es más, podemos interrumpir los pensamientos que no nos ayudan, decirnos “gracias, cerebro por recordarme eso pero no me ayuda ahora mismo”, o escuchar un podcast, mindfulness o distraernos con otra cosa.

Darse un tiempo, por ejemplo 20 minutos al día, para permitirnos rumiar nos puede ayudar a reducir el tiempo que usamos para darle vueltas a un tema.

El ser consciente de cuánto nos preocupamos y por qué nos va a ayudar a entender que tenemos más control sobre nuestros pensamientos de lo que creemos y que hay otras formas de pensar que nos van a hacer sentir mejor.

La sombra

Hay un concepto que descubrí un poco tarde en la psicología porque viene del psicoanálisis y es que nosotros estudiábamos la terapia cognitiva- conductual pero lo encuentro bastante fascinante. Es el concepto de la sombra y yo lo entiendo como esa parte de ti que posiblemente no sabes que existe pero que influye en cómo te comportas y que de alguna forma intentamos suprimir o negar.

Me resulta un concepto útil ya que lo veo como el punto ciego cuando conducimos un vehículo. Yo tengo un punto ciego en mi coche que coincide a veces con un paso cebra que no suele tener gente. Sin embargo, cuando hay gente que va a cruzar no la veo porque está en mi punto ciego así que la única forma que tengo de no atropellar a nadie es ser consciente de mi punto ciego y frenar siempre aunque no vea a nadie. De la misma forma si vamos por la vida sin ser conscientes de nuestras propias sombras seguramente van a influenciarnos más de lo que creemos.

Me iluminaron mucho en este sentido los vídeos de Heidi Priebe en el que explicaba como podíamos estar eligiendo nuestras acciones en la vida no tanto por lo que queremos hacer sino por lo que tememos. Por ejemplo, si nos han educado de forma que es obvio que siempre hay que estar siendo productivos o si nos han dado toda la atención cuando sacábamos buenas notas o nos portábamos bien puede ser que nuestras sombras tengan que ver con lo contrario. Es decir, que si a ti de repente te da muchísima rabia que alguien sea ”vago”, ”haga el ridículo”, no sea lo suficientemente ”inteligente” o tal vez sea ”egoísta”, seguramente ese sea un valor que está en tu sombra y no te permites a ti mism@.

Si te molesta más que nada en el mundo que alguien sea ”egoísta” posiblemente deberías plantearte serlo tú mismo más. Seguramente has tomado mucha responsabilidad al crecer y en ese momento no tenías otra opción, era adaptativo, por necesidad. Sin embargo quizás hoy ya no lo sea y te va a llevar a que no sepas poner límites, otros se aprovechen de ti y te sientas resentid@. Si eres consciente de tu sombra puedes intentar poner límites.

En otros casos tal vez no te permites parar, descansar, relajarte, quizás en tu casa, cuando te parabas a leer un libro te miraban con desaprobación, con todo lo que hay que hacer ”ya descansarás cuando mueras”. Y te revienta ver a los demás sin hacer nada o ”haciendo el vago”. Ahí tal vez trabajes más que nadie, no te permites relajarte y tarde o temprano te quemarás. Si eres consciente de tu miedo a no valer si no eres productivo puedes aprender a quererte simplemente por existir. Muchos de mis pacientes cuando les digo eso me miran con ojos incrédulos y dicen ¿cómo voy a hacer eso? Y yo les pregunto: si tu mejor amig@ pierde su trabajo ¿le querrías menos? Y dicen ”noo” pero aplicarlo a sí mismos, lo de quererse porque sí, por su valor intrínseco, les da vueltas a la cabeza.

Y daría mucho que hablar todo lo que tiene que ver con la vergüenza y el ”no hacer el ridículo” o no ponerse en situaciones vulnerables. A muchos les resulta impensable expresar sus emociones y ser vulnerables. Sin embargo es difícil a veces tener relaciones profundas si tienes tanto miedo a darte a conocer, si piensas que si alguien llegara a conocerte de verdad, de fondo, con todas tus partes ”malas” te abandonarían. Por eso no muestras a nadie quien eres de verdad. Puede venir de que tus padres, por propias carencias no hayan podido responder apropiadamente a tus emociones, has leído en ellos un miedo a tu miedo, un rechazo a ti cuando llorabas o te enfadabas e inconscientemente has aprendido a ocultar tus emociones. No es extraño en estos casos que para apaciguar ese caos de sentimientos que no puedes sacar afuera termines cayendo en adicciones u otros hábitos con malas consecuencias.

De la misma forma si temes ”no ser lo suficientemente…” o cometer errores quizás tengas que exponerte precisamente a eso, fallar, caer, a arriesgarte a que te rechacen… Y ver que tienes recursos para seguir y levantarte. Porque realmente no hay nadie perfecto más que el que idealizamos y solo nos comparamos con los que parece que les va mejor.

Así que, prestad atención a lo que os da rabia de los otros y pensad ¿me lo puedo permitir yo? Porque si la respuesta es ”ni de broma”, ¡enhorabuena! tal vez has encontrado a tu sombra y toca trabajar con ella .

A vueltas con la autoestima

Aún me impresiona (y no debería) cuando estas personas que admiramos por alguna razón o que a nuestros ojos brillan por algo especial vienen y me cuentan que en realidad ellos no ven ese valor en sí mismos y que con sus logros buscan el reconocimiento de los demás pero en el fondo son muy críticos consigo mismos y se sienten vacíos. Y es cierto, debería entenderlo, yo tampoco sabía antes mucho sobre la autoestima, pero también es cierto, amigos, que estos pensamientos se pueden cambiar.

Vamos por partes, los pensamientos son automáticos pero están muy relacionados con las creencias y los valores y por supuesto esto tiene mucho que ver con lo que hemos aprendido desde pequeños. Imaginaos las capas de una cebolla, los pensamientos negativos estarían entre las capas más externas, más adentro estarían los valores y las creencias, que se basan en los aprendizajes que hacemos desde pequeños y, según algunos, tendríamos adentro de todo algo como un niño interior. Entonces, aunque los pensamientos negativos sean automáticos, estos se pueden frenar y, trabajando los valores y creencias podemos hacer que aparezcan menos frecuentemente.

Por ejemplo, si yo creo en el fondo que soy una persona honesta, aunque en un momento dado tenga un comportamiento dudoso seguramente mi primer pensamiento no va a ser que soy una mala persona o que no valgo sino que voy a cuestionar mi conducta, mis circunstancias y mis valores, voy a decirme algo del estilo “oye, qué estás haciendo, quizás deberías pensártelo dos veces…”.

¿Y cómo se cambian esos pensamientos negativos que destruyen la autoestima? Lo primero es darse cuenta del pensamiento, registrarlo. Por ejemplo, si dejo de estudiar y me digo “qué vag@ soy, todos estudian más que yo”. Este “darse cuenta” es de lo que más cuesta, fácil de explicar, difícil de cazar el pensamiento. “¿Por qué otras madres hacen todo y yo estoy tan cansada siempre?”, “Nunca se van a fijar en mí”, “no soy lo suficientemente listo/trabajador/atractivo…”. Y una vez conscientes del pensamiento podemos decir “esto es un pensamiento, no es la realidad”, “estoy teniendo un pensamiento de que no soy lo suficientemente listo”. Está bien, todos nos sentimos así a veces.

Una pregunta que una vez me dijeron fue, si tuvieras un hijo o una hija ¿cómo harías? ¿Le halagarías cuando hiciera las cosas bien, se portara bien pero cuando llorara, gritara o no le salieran las cosas bien le criticarías? ¿O quizás le querrías igual todo el tiempo y le darías incluso más abrazos cuando le salieran las cosas mal y no tuviera control sobre sí mism@? ¿Y por qué no hacemos eso con nosotros mismos?

Ir un paso más adelante es el cuidarnos cuando nos sentimos mal. De acuerdo, tengo un mal día voy a dar un paseo para despejarme o llamar a una amiga o darme una ducha o tomar algo calentito y ponerme mi suéter favorito.

Otra de las frases que me han calado bastante es la de “cuida de ti como cuidas de los demás a tu alrededor”. Ahí es interesante la idea de tu niñ@ interior, pensar en ese niñ@, sus ilusiones, decepciones, ¿qué le dirías hoy si pudieras volver al pasado? ¿Qué hubieras necesitado oír? Lo creáis o no yo de pequeña me imaginaba a veces a una versión más mayor de mí que venía y me hablaba. Y creo que es más fácil ser amables con nosotros mismos cuando nos vemos como niños.

En resumen, cuestionar nuestros pensamientos y empezar a cuidarnos solo es empezar con las primeras capas de esta cebolla, siempre podemos seguir indagando en nuestra historia, valores y qué es lo que creemos que debemos ser. El viaje puede ser largo pero también llevarnos a sitios inesperados.

¿Y qué hago para mejorar mi relación de pareja?

¿Qué podemos hacer ahora si vemos que ya estamos cayendo en los «Cuatro jinetes del apocalipsis» de John Gottman, es decir en la crítica, desprecio, defensa y/o evasión?

-Toma una pausa y se concreto en la crítica. Contra la crítica que se nos va de las manos es bueno empezar con la comunicación asertiva, hay que respirar, darse un poco de tiempo y comunicar de forma concreta y respetuosa en lugar de con generalizaciones. El darse una pausa para calmarse y retomar el tema más tarde puede ayudar a no escalar los conflictos.

-Apreciación de la pareja. Si hablamos de desprecio empecemos diciendo que ambas partes tienen que estar de acuerdo en cambiar. Nadie debería aguantar el desprecio así que plantéate seriamente si te conviene dejar la relación. Sin embargo, esto se puede trabajar desde ambas partes y, por ejemplo, si estás empezando a hablar a tu pareja desde el desdén o como una carga, una forma de cortar esta actitud es valorando a tu pareja y recordando por qué estáis juntos y qué admiras de él o ella.

-Toma responsabilidad y escucha. Contra la actitud de defensa la alternativa es el reconocer que igual hemos herido al otro y, si hace falta, disculparnos. De hecho lo más importante es hacer saber a tu pareja que le escuchas e intentas entender cómo se siente. Normalmente no herimos al otro a propósito así que no se trata de decidir quién tiene la razón (o la solución) sino de ser capaces de hablar de sentimientos. Todos tenemos derecho a sentir lo que sea que sentimos y esperamos que al menos nuestra pareja nos escuche (esté o no de acuerdo) y nos muestre (algo de) empatía.

-Atrévete a hablar de tus emociones y deseos. Finalmente en cuanto la evasión o “stonewalling”, ¿es fácil, no? La solución es no evadirse, hablar… Sin embargo, ¿cómo es de fácil decir lo que queremos y lo que no? ¿y poner límites, especialmente a alguien cercano a nosotros, en quien hemos puesto toda nuestra confianza y tal vez creamos que debería saber lo que queremos y sentimos? Es muy difícil. Por eso mucha gente lo evita, se calla, da un portazo, todo es más fácil que hablar. Sin embargo a veces hay que poner límites y hablar de lo difícil para mantener a las personas en nuestras vidas. Y también es la única forma de que una relación prospere, que digas lo que quieres y lo que no quieres, que hables de los conflictos, que seas vulnerable y a la vez valiente para que podáis construir un camino sólido junt@s.

https://www.doctoralia.es/clara-schmitow-asun/psicologo/l-eliana

La terapia de pareja y la asertividad

Muchas veces las parejas que vienen a pedir ayuda en un intento desesperado, cuando ya están a punto de separarse. Sería bueno quitar el estigma y pedir ayuda antes de llegar a ese punto porque nunca es demasiado pronto para mejorar la comunicación y la resolución de problemas, antes de que se nos acabe la paciencia. Y es que hay estudios que nos muestran qué es lo que hace que una relación tenga futuro o no.

Gottman escribe sobre cuatro factores que llevan a las parejas de camino a la separación y que es posible trabajar y mejorar en una pareja.

-El primero es la crítica o cómo se hace la crítica, por ejemplo la típica generalización del tipo “nunca me ayudas en casa” o “siempre dejas las cosas tiradas por todas partes” o “no te importo, nunca me llamas”.

– El segundo es una forma peor que de comunicarse que la crítica, lo que llama “contempt” y se traduciría como desprecio, es ir más allá y llamar a la otra persona por ejemplo “egoísta”, “vago” o cualquier otro adjetivo despectivo, o el poner cara de exasperación, tratar a la otra persona como si fuera tonto/a…

-El tercer factor es “defensiveness” o ponerse a la defensiva, es la consecuencia también de recibir muchas críticas, es no aceptar el error e incluso atacar al otro y escalar la discusión.

-El cuarto factor, no menos común que los anteriores es “stonewalling” o el tratamiento de silencio que muchas veces es para castigar al otro o hacerle sentir culpable, vamos el “ahora no te hablo” o la estrategia que tienen algunas parejas que no saben gestionar sus diferencias de otra manera.

La comunicación asertiva es un punto esencial a trabajar en estas parejas. Yo siempre recomiendo terapia de pareja en estos casos porque las relaciones no ocurren en un vacío, hay siempre dos lados y dos personas que tienen que aprender a escuchar y hablar de una manera más asertiva. Con asertividad me refiero a decir las cosas que quieres, necesitas o que te molestan de manera respetuosa, es decir, ni de forma agresiva ni ignorándolas.

Una forma de hablar de forma asertiva es empezando con el “yo” y haciéndonos responsables de nuestras emociones, por ejemplo “yo me siento ignorada/dolida cuando no me llamas”. Es fácil que cuando estamos enfadados o tristes por algo o alguien solo veamos a la otra persona como culpable de nuestro malestar, sin embargo, nuestras emociones son nuestras y si empezamos a expresarlas lo más probable es que nuestra pareja nos quiera ayudar en vez de ponerse a la defensiva.

El segundo aspecto importante es ser concretos en la crítica, va a ser mucho más eficaz que yo explique mis deseos/expectativas a mi pareja que el sentarse a esperar que el otro lo adivine. Así que si en vez de decir “me gustaría que fueras más ordenado”, decimos “me gustaría que dejaras la ropa que te quitas en el cesto de la ropa sucia” esto hace mucho más probable que se produzca un cambio real.

La asertividad os puede llevar bastante lejos en vuestras relaciones pero seguiré escribiendo una segunda parte para ver qué hacer si nos identificamos demasiado con estos puntos de Gottman.

https://www.doctoralia.es/clara-schmitow-asun/psicologo/l-eliana

Día de la salud mental

Qué mejor día para volver al blog que hoy, para deciros que el día de la salud mental no se trata solo de diagnósticos o problemas minoritarios sino que es un día para todos, ya que, por ejemplo, si hablamos de depresión, es un trastorno que puede afectar a cualquier persona en algún momento de su vida.

Por poner unos datos de la Federación Mundial de la salud mental, la última semana un 20% de la población adulta mostraba síntomas de depresión o ansiedad. Entre 20 y 40% de las mujeres en países en desarrollo sufren depresión en el embarazo o post-parto. Y según un estudio reciente del Ministerio de Salud de España, 10 de los 16 problemas de salud mental eran más frecuentes en mujeres, sobretodo la anorexia nerviosa (7 veces más) y la depresión (3 veces más). Estos trastornos han aumentado de forma preocupante en la población más joven y adolescentes. Sabemos estos problemas se tratan sobretodo con medicación a pesar de que se recomiende la terapia cognitiva por sus efectos a largo plazo.

Y más allá de los datos lo que quería poner aquí hoy es que la salud mental nos toca cuidarla a todos y eso puede hacerse de distintas formas pero empecemos con un consejo: cuida de ti mismo cómo cuidas a los que te importan. Y piensa, si tuvieras un día para dedicar a tu salud mental ¿qué harías?

Dependencia del alcohol

La dependencia del alcohol y la paternidad es un tema delicado, al igual que la salud mental y la paternidad, sin embargo, es un problema más común de lo que creemos. Si lo miramos detenidamente los niños con TDAH tienen más probabilidades de que un padre tenga el mismo diagnóstico y el TDAH también conlleva un mayor riego de desarrollar dependencia del alcohol. Otros factores de riesgo como estrés, ansiedad o situaciones psicosociales también hacen a las personas más vulnerables al alcohol.

Especialmente si hablamos de niños con emociones fuertes o muy activos a sus padres les puede costar manejar sus propias emociones y en algunos casos les pueden desbordar las de sus hijos. Todo en conjunto son una serie de riesgos que puede llevar, en algunos casos, a padres que explotan, tiran la toalla, se cuestionan a sí mismos y en algunos casos terminan por el camino devastador del alcohol u otras dependencias.

La dependencia empieza poco a poco, porque el alcohol está presente (y es casi una obligación) en muchos contextos sociales. Pero una copa después de un conflicto que luego se convierte en dos y al final en un hábito para escapar de situaciones difíciles puede convertirse en algo muy peligroso. Todos sabemos que la dependencia del alcohol puede llegar a destruir a la familia y por supuesto a la persona, que cada vez tiene menos control sobre sí misma y sus elecciones.

Si estás leyendo esto puede que tengas a alguien cercano con este problema. Piensa que es como una enfermedad, y que puede que a la persona le cueste reconocer que tiene un problema. Es un camino largo que esa persona ha de recorrer para luchar contra la dependencia y sí, hay ayuda, pero no siempre van a ir a buscarla. Intentar convencer a la persona afectada de dejar de beber durante determinados periodos de tiempo puede ser un comienzo. Luego es importante pensar que no estás solo/sola y que también estás en una situación de riesgo y puedes necesitar apoyo. El normalizar el no beber alcohol en ciertos contextos sociales puede ayudar mucho a estas personas y en general a la sociedad.

La carga mental de las mujeres

Pensaba escribir desde una perspectiva de género y qué mejor día que el día internacional de la mujer. Intentaré no caer en clichés pero en la mayoría de las familias que conozco, tanto en España como en Suecia, las mujeres, en este caso, madres, llevan la mayoría del peso de la casa y la responsabilidad de los niños e incluso se dice, en mitad del 2023, que los padres “ayudan”. Lo cual es bastante chocante ya que son sus hijos, su responsabilidad, ¿no? Hablamos además de una gran mayoría de mujeres que trabajan al igual que sus maridos. Hay excepciones, por supuesto, hay padres que toman responsabilidad pero si miramos a la gran mayoría ¿cuántos lo hacen y de forma igualitaria?

Se habla mucho ahora en los medios en inglés del “mental load” y es un concepto muy interesante. Podríamos traducirlo como la carga mental que llevan 24 horas al día la mayoría de las madres. Un ejemplo que nos suena es aquel del marido que le pregunta a su mujer ¿y hoy qué hacemos de cenar? o “es que no sé dónde guardas los calcetines de los niños” o ¿y qué tienen de deberes? Preguntas aparentemente inocentes, para “ayudar”, pero que implican que la mujer está coordinando todos los aspectos de la casa y los niños, el contacto con el cole, lavando y guardando la ropa, planeando las comidas, quizás también haciendo la compra y cocinando.

Muchos hombres se dan cuenta de que algo no va bien en la relación y se preguntan por qué su mujer está siempre estresada, salta a la mínima y no se sienta nunca con ellos a ver una peli. Muchas mujeres también notan que se sienten mal y tampoco saben señalar exactamente por qué pero están agotadas… aunque hacen lo que todas las otras mujeres hacen ¿o no?

Aquí el tema de la carga mental se vuelve relevante porque no es el buscar calcetines lo que lleva tiempo, ni tampoco el pasar un trapo por la mesa, es el hecho de preparar todo mentalmente e intentar llegar a unas expectativas inalcanzables. Estamos hablando de mujeres que, después de sus horas de trabajo, cuando llegan a casa- en su tiempo libre, cansadas- se dedican en primer lugar a sus hijos: meriendas, ver si hay deberes, ponerles a hacerlos, llevarles a actividades extraescolares, tener contacto con el cole, bañarles, cortarles las uñas, y en segundo lugar siguen ordenando, limpiando (tarea de Sísifo si hay niños), pasando la aspiradora, poniendo lavadoras, tendiéndolas, guardando la ropa, preparando la ropa de los niños, pensando en qué hacer de cena, si falta comprar algo, si lo van a comer los niños, si hay que sacar la basura, y entretanto, por supuesto, contestando a algún Whassup, preocupándose por si falta algo para el día siguiente o si han olvidado coger libre del trabajo para la cita del médico /dentista etc .etc. (Pff este párrafo ha sido más largo)

¿Os extraña que sea demasiado? Luego esta madre tendrá sentimientos de culpa por no haber jugado con alguno de sus niños o por haber contestado irritada a su marido o no contestado un mensaje. Y volveremos a esto pero no os juzguéis tan duramente, no es raro sentir estrés y cansancio, es que todo esto es demasiado para una persona! Si ni siquiera llegan las horas del día!! Y si además los niños tienen mal humor, lloran, gritan, no es raro sentirse desbordad@s.

No es raro y sin embargo tampoco debería ser lo normal, dejar toda la responsabilidad a una persona en una familia. Iría más allá, estudios con parejas del mismo sexo muestran una división mucho más igualitaria de las tareas. Así que, hombres, prestad atención, tomad responsabilidad si no lo hacéis ya, actuad y dejad de preguntar y tirar balones fuera -que si os dejan igual vais a tener que apañaros solos. Y, mujeres, aunque creáis que es obvio- hablad, delegad tareas- y no os juzguéis, lo estáis haciendo genial y no olvidéis que vuestras necesidades (por ejemplo dormir, comer, descansar, ducharse, sentir emociones…) son tan importantes como las de los demás.

Como nota final, si tenéis la posibilidad de que el hombre coja unos meses de paternidad no la dejéis pasar, eso ayuda a entender lo que significa tomar responsabilidad desde el principio. Sobre todo no lo hagáis porque “él gana más y vamos a perder dinero”. Las mujeres que ganan más no ceden sus meses de maternidad a sus maridos. Y además ahora mismo en la sociedad lo normal (lamentablemente) es que los hombres ganen más. No os dejéis nunca intimidar por eso, ni por argumentos del tipo de que como ganáis menos podríais dejar vuestro trabajo. Vuestro trabajo es tan importante -o más- que el suyo, no importa que ganéis menos, vosotras sois importantes para muchas personas y vuestro trabajo os da libertad e independencia en vuestras vidas.

Los puntos débiles y la autocompasión

El cambio empieza por ser conscientes y, sinceramente, esto es mucho más difícil de lo que parece. Yo misma, con toda mi experiencia sigo en un viaje de encuentro conmigo misma. En el día a día somos poco conscientes de cómo funcionamos, reaccionamos antes de saber ni por qué lo hacemos.

Sabemos vagamente cómo somos y sin embargo no hacemos mucho para evitar caer una y otra vez en las mismas trampas. Sabemos, por ejemplo, que somos terribles con el multitasking y sin embargo nos ponemos a hacer un bizcocho, una tortilla y mantenemos una conversación. Y luego se quema ya tortilla, se nos olvida el bizcocho y todo se convierte en caos. Sabemos que si evitamos conversaciones difíciles luego nos sentimos peor pero seguimos evitándolas. Sabemos que el tiempo va más rápido de lo que pensamos y aún no hemos puesto esa alarma para avisarnos de que es hora de salir.

Es cierto que en algunas cosas mejoramos – planear comidas con más de 10 minutos de antelación o buscarle un hogar a las llaves. Quizás también empezamos a entender qué nos estresa y qué nos cansa. Y sobretodo empezamos a distinguir las emociones primarias de las secundarias. Por ejemplo, la emoción primaria puede ser sentir frustración tras discutir con un niño, la secundaria juzgarte como un mal padre/madre.

Conocer nuestros puntos débiles o aquello que nos estresa o nos hace sentir mal es el primer paso para buscar soluciones. Sin embargo, es importante poder perdonarnos a nosotros mismos por no ser perfectos o incluso por ser muy imperfectos (según nosotros mismos). La autocompasión es una herramienta muy poderosa para todas esas personas que son normalmente muy críticas consigo mismas. Puede venir de una infancia difícil o incluso del bulling o maltrato, pero es importante reconocer si las voces negativas se han vuelto tu propia voz.

A ese enemigo interno hay que buscarle a veces su contrario, un amigo interno. Hay que crear a ese amigo que le diga a nuestro niño interior que está bien sentir lo que sea que sentimos y que lo valemos. Que el estar agotados no quiere decir que no seamos lo suficientemente buenos padres, solo quiere decir que estamos agotados. Y, por supuesto, que nos merecemos descansar. Si estás aquí leyendo como ser mejor padre o madre ya me demuestras que te preocupas por tus hijos, date crédito por ello, estoy segura de que te quieren un montón.