
Muchas veces nos comparamos a otros padres y eso nos hace sentirnos mal o que deberíamos hacer las cosas de otra manera. Si hablas con otros te das cuenta de que nadie tiene un manual de instrucciones, todos los padres estamos aprendiendo a ser, cada día, mejores padres. Aunque en algún momento pensemos tirar la toalla e irnos a vivir al lado del río yo sé que al día siguiente todos vamos a intentarlo de nuevo.
Muchos me decís que es que en vuestro caso es más difícil, que vuestros hijos gritan más que otros, que no paran o que son más testarudos, que seguramente tengan algún diagnóstico… Y puede ser. Quizás sean impulsivos, no sepan controlar sus emociones y su energía, puede que sea tremendamente difícil razonar con ellos. Sin embargo, os tienen a vosotros.
Aunque estéis cansados, incluso desesperados, podéis empezar tomando una pausa, aunque sea un segundo para respirar y mirar adentro, ¿qué es lo que puedo cambiar yo? Aunque estéis muy estresados, tal vez haya alguien que os pueda echar una mano para salir a pasear, respirar o hacer aquello que nos haga sentir bien. Posiblemente vuestros hijos necesitan ayuda para regular sus emociones y para eso tenemos que aprender a regular las nuestras primero. Y a aceptarlas también- y de lo de aceptar emociones negativas hablaré más en otro momento.
¿Y nosotros mismos cuántas decisiones hemos tomado de forma impulsiva, sin considerar las consecuencias? ¿Cuantas veces la paciencia brilla por su ausencia y nos irritan pequeñas cosas? A veces empatizar con nuestros hijos- justamente en los momentos que es más difícil hacerlo- es el camino hacia una mejor relación. O al menos empecemos permitiéndonos tomar una pausa.